Monday, September 24, 2007

La Guardia, New York, marzo 17 de 1980: Ernesto Padilla, Belkis y Heberto, en la conferencia de prensa dada por el Senador Edward Kennedy a la llegada del poeta de Fuera del juego a Estados Unidos.

Heberto Padilla, el I Ching y el 2000

BELKIS CUZA MALE


A principios de 1972, nuestro amigo Alberto Mora, comandante y ex Ministro de Comercio Exterior de Cuba --difícil de ubicar en medio de una revolución de la que él habìa formado parte-- llegó a casa acompañado de su amigo Benigno Regueira (también ex Vice Ministro de Comercio Exterior), y un libro, el I Ching, recien editado por la Editorial Seix Barral, en España. Parecía verdaramente animado y quería compartir con nosotros ese tesoro que es el I Ching. Sin pérdida de tiempo abrió el libro y nos propuso leernos nuestro futuro. Sacando unas extrañas monedas de un bolsillo de su camisa comenzó a mirar en nuestro destino.

No nos sorprendió con el hallazgo de la primera parte de su lectura: el destino de Heberto y el mío corrían parejos, pero llegado a cierto punto, "algo", muchos años después, nos haría tomar senderos distintos. El de nuestro amigo Alberto, en cambio, aparecía envuelto en nubes grises y ni siquiera se atrevió a comentar los detalles. Dijo tan sólo que no era bueno. Y no lo fue: el 13 de septiembre de ese año se pegaría un tiro.

Aquel otro manual de numerología que Mercita Borrero me había prestado, señalaba también en 1975 ya algo definitivo: el 2000 traería una ruptura o cambio importante en la vida de Heberto.

Se acercaba la fecha de la Virgen de las Mercedes, cuando en 1978 fui a visitar la antigua Iglesia de la Merced, en La Habana Vieja. Las sombras y el silencio ocupaban todo el sitio, especialmente el de aquella antiquísima capilla entre rejas donde se alzaba un pequeño pedestal con su imagen. No sé de dónde salió la voz, pero levanté la vista y la vi allí, susurrando su mensaje: "Pídele, niña, pídele, que ella es la que abre las puertas de la cárcel". Luego me comentó que había estado presa y venía siempre a rezarle a la Vírgen. Y sí, no sólo le pedí a la Vírgen de las Mercedes que nos abriera las puertas de esa cárcel que era para nosotros Cuba, sino que fui y pedí una misa con esa intención a mi nombre, para el ya cercano día de las Mercedes, el 24 de Septiembre de 1978.

Esta foto que ven aqui, fue tomada el 17 de marzo de 1980, a la llegada de Heberto Padilla al aeropuerto neoyorquino La Guardia, tras haber sido autorizado por Fidel Castro a abandonar el país. Apenas hacìa un año que yo había llegado a Estados Unidos, acompañada de mi hijo Ernesto, entonces con sólo 6 años. En la Isla quedadan Heberto, y mi hija María Josefina, con sólo 13 años.

Junto a Heberto --pero no aparece en esta foto--, estaba el Senador Edward Kennedy, quien realizó las gestiones ante el gobierno cubano y quien logró la salida de Heberto, tras gestiones del escritor Bernard Malamud y del editor Bob Silvers. El senador Kennedy, entonces aspirante a la Presidencia, envió a Montreal a su asistente personal Jan Kalinski a darle la bienvenida a Heberto y acompañarlo en su viaje a New York, donde Kennedy celebraría una rueda de prensa, informando de las gestiones que se llevaron a cabo con el gobierno cubano.

El 20 de mayo de 1983, el Presidente Ronald Reagan, en una discurso en Miami, destacaría las palabras de Heberto Padilla sobre la libertad. Este fue el comentario de Reagan:
"In 1980, a Cuban scholar named Heberto Padilla came to the United States after spending 20 years under Castro. He marveled at what he saw, something that he hadn't even noticed during his visit here 20 years ago. When visiting the campuses of our major universities, he said: " I am struck by something that will be obvious to all Americans: no one government official or colleague, has asked me what I was going to say in the seminars and courses that I'am going to give this fall. This is new for me. Simple, but true. It is difficult to ask anyone born into freedom to realize exactly what she or he possesses."
Well, Mr Padilla went on to explain that freedom is invisible. It is the absence of the government censor, the absent of the secret police, the absent of an agent of repression." **

Hoy se cumplen siete años de la muerte de Heberto Padilla. El 24 de Septiembre de 2000, día de la Vírgen de las Mercedes --¡qué coincidencia!--, se iría para siempre. Estaba solo en Alabama, enfermo e intentando inutilmente tomar control de su vida. Me había prometido que sólo enseñaría hasta diciembre en Auburn University. Quería descansar y emprender otra vida aquí en Texas. No pudo ser: lo dijo la lectura del I Ching que nos hizo nuestro amigo Alberto Mora, y también aquel manual de numerología que ya entonces señala el 2000 como año crítico, decisivo, en su vida. Y no, no debe ser una coincidencia la fecha escogida por Dios para que se abrieran las puertas de esa prisión que de algún modo también es nuestro cuerpo físico.

El autor de Fuera del juego, tan vilipendiado por la tiranía, y por otros no menos repugnantes, decansa en paz ahora. Vive, que otra cosa no es el morir, porque el alma nunca muere.

** *Cuban Independent Day Remarks at a Cuban American National Foundation function in Miami, Florida . Dade County Auditorium . May 20, 1983

REAGAN ON CUBAN. SELECTED STATEMENTS BY THE PRESIDENT. THE CUBAN AMERICAN NATIONAL FOUNDATION, 1984.

Saturday, September 22, 2007


Tania Díaz Castro, poeta y mujer única
BELKIS CUZA MALE
Foto: Tania con sus hijas Gretel y Maria del Carmen y el esposo de esta. La Habana, 1991
Para escribir sobre ella, he vuelto a leer sus poemas, los de ahora y los de antes. Los que ha ido sembrando en el camino de su accidentada vida. No puedo ubicarla ni aquí ni allá, porque ha cambiado de casa como de vestidos. Pero tengo sus fotos, y sus textos, que a veces me llegan como chispas de luz quemándose en la hoguera. En esa hoguera que se ha llamado la revolución cubana, y que a ella en particular le ha costado casi la vida. Dos años de cárcel no son poca cosa en una prisión cubana, y para colmo de males, el descrédito y las calumnias que la dictadura no se ha cansado de propagar contra ella.
Estoy hablando de esa excelente periodista y poeta llamada Tania Díaz Castro --nacida en 1939 en Camajuaní, en la antigua provincia cubana de Las Villas--, de quien el destino (o el karma) nos hizo amigas. ¿Que cuándo la conocí? ¿Cómo recordarlo, si parecería que nos hemos visto toda una vida?
De su labor como periodista conservo la imagen de la época en que trabajaba en la revista Bohemia, en los años sesenta y pico y setenta, hasta que se fue de allí o la echaron. También de su vida de poeta tengo innumerables recuerdos, cuando solía reunirnos en algunos de esos apartamentos en los que vivió en La Habana, y donde disfrutábamos del esplendor de ''los manjares'' que entonces eran imposibles de soñar, si no hubiera sido por el amigo Kano, el japonés amable y generoso que traía junto con los víveres la amistad. Era la época en que Tania había sufrido una agradable metamorfosis: su espíritu se trasformó como por obra y magia de la cultura japonesa. Había regresado de un rápido viaje al Japón, a donde fue a residir con aquel otro japonés, a quien apenas recuerdo y con el que estuvo casada un año.
Fue una época maravillosa para ella, en la que Tania se despojó de lo superfluo, y dejó su apartamento en el hueso: puros libros y algunos cuadros y mucho ambiente japonés por todos los rincones, lo que equivale a decir, blancura, simplicidad y extrema limpieza y nada de abigarramiento. La sencillez del alma. A esa pureza se afilió Tania entonces, y leyó toda la literatura japonesa que pudo y nos hizo también leerla a nosotros, sus amigos, pues su entusiasmo desbordaba las tardes de tertulia habanera en su apartamento. Esa influencia japonesa dejó una impronta eterna en su poesía.
Atrás quedaban la Tania que aullaba como loba herida en ese ya clásico libro que es Todos me van a tener que oír, y que Linden Lane Press publicó en 1989 --en edición que reproducía la original habanera de 1970, ahora con traducción al inglés de los poetas Carolina Hospital y Pablo Medina--, a raíz de los sucesos que la llevaron a la cárcel en Cuba entre 1988-89, acusada de ''insultar y desobedecer a las autoridades'', aunque en realidad se le condenó por su activismo en pro de los derechos humanos.
Tras salir de la cárcel, Tania funda, junto a Ricardo Bofill, el Partido de los Derechos Humanos, y en marzo de 1990 es arrestada y acusada de nuevo, junto con otros miembros del partido, de ''rebelión''. En julio de ese mismo año, y tras presiones de la Seguridad del Estado, es obligada a declarar en la televisión en contra de ella misma y de otros. Por supuesto, ya hemos vivido demasiado el totalitarismo marxista y sus prácticas de procesos judiciales idénticos, como los terribles ''procesos de Moscú'', para que alguien pudiera dudar de que aquellas farsas eran calcos monstruosos.
Mientras giran las hojas del arce, publicado por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en 1998, es sin duda un libro único en la literatura cubana, pues desde las ''japonerías'' de Julián del Casal, ningún escritor cubano se había asomado a la cultura nipona. Este es también un libro de ruptura en la obra de Tania, al abordar una poesía realmente tocada por la sencillez y el susurro de lo japonés, y que nos sumerge de principio a fin en el paisaje humano de su experiencia en ese país.
Al final de los 34 poemas del libro uno desearía no regresar de este viaje sentimental que compartimos con la autora mientras disfrutamos de su lectura.
Han pasado los años, y Tania sigue allá, esperando, me dice. Está sola en La Habana, sus hijos todos se han marchado. Sigue rodeada de sus queridos perritos, de sus cosas, de sus recuerdos. Ha permutado de vivienda sabrá Dios cuántas veces, y hasta ha tenido el privilegio espiritual de habitar por un tiempo el caserón de Mercita Borrero y el pintor Loy, allá en la calle de San Francisco. Sigue haciendo gran periodismo independiente para la agencia Cubanet de Miami, y no me canso de admirarla. Alamar, donde ahora reside, no es su paisaje natural. Yo la ubico en plena Habana, agitada, valiente, lenguaraz, poniendo los puntos sobre las íes, tirando a la basura las experiencias amargas de la vida.
Imposible no llorar con algunos de sus poemas. O debe ser porque he compartido con ella esas mismas experiencias, familias, amigos, seres inolvidables como Mercita Borrero y la memoria de Juana, poeta y pintora del alma, que también propició nuestra amistad.
Años en los que Tania Díaz Castro era la poeta que lo arriesgaba todo por amor, en los que quemaba pronto las etapas y abría una nueva página de su destino personal. Años en los que La Habana iba desapareciendo lentamente y ella iba reconstruyéndola con su sagaz y valiente prosa periodística. Años en que no ha dejado de amar y de escribir, y de soñar con el renacer de la isla.
¡Qué extraño que las editoriales españolas no publiquen la obra de esta excelente poeta, ahora que están de moda los escritores que viven en la isla! Allí está ella, en medio del oleaje sin fin de esta isla que parecería devorar los sueños de sus habitantes. Pero no el de Tania Díaz Castro.•
Publicado en El Nuevo Herald (Artes y Letras), domingo 16 de septiembre de 2007