Tuesday, March 06, 2007


Belkis, haciendo la presentacion de Heberto Padilla en La Casa Azul, Fort Worth, Tx, agosto de 2000. Esta seria la ultima conferencia de Heberto, quien moriria el 24 de septiembre de 2000.



Heberto Padilla, en uno de los almuerzos ofrecidos por Linden Lane Magazine en el restaurante Versalles, de Miami, en 1997

¿Censura en "Encuentro"


Belkis Cuza Malé
Han pasado los años y no he dicho nada. Me he mantenido callada, en principio por aquello de no darle "armas al enemigo", como suelen repetir los oficiosos de Cuba. De este modo, he soportado injurias y atropellos --y no estoy hablando de las que vienen del gobierno de Cuba-- sino de un lugar tan cercano como el "exilio", y en particular por parte de la Revista Encuentro y su subsidiaria, Encuentro en la Red, que como todos saben se publica en España, y pretende ser vocero oficial de "las dos orillas". No hablo desde el resentimiento ni de la envidia, que lejos estoy de querer estar donde no me sentiría nunca cómoda ni querida. Pero como vine a este país en busca de la libertad que me negaba el mío de orígen y durante casi tres décadas he dedicado mi existencia y energías a promover la cultura cubana en el exilio, creo necesario ahora, que se debate en Cuba el tema de la censura y sus oprobios, decir por las claras lo que a ojos vista es también resultado de lo mismo, pero aquí.
Desde que Jesús Díaz (que en paz descanse) inició en 1998 su revista Encuentro, la cultura en el exilio tomó un rumbo distinto. Muchos saludaron esperanzados lo que a todas luces era un proyecto vital, y muchos pasaron por alto el pérfil político de su director; su historial de militante comunista en activo; su obra misma, plagada de lugares comunes y ataques al exilio, para darse la mano con quien había logrado conseguir dólares y apoyo de varios sitios y así permitirse el lujo de estar en la lista de los privilegiados. Era un modo de rozar sus nombres con las nuevas generaciones que desde la Isla, ansiosos de servir a dos amos, veían con buenos ojos este aparente maridaje de ideologías y sancochos.
Jesús Díaz murió -- o hay quien dice que lo mataron--, pero lo cierto es que antes de irse de este mundo se las ingenió para continuar lo que en La Habana era ya práctica conocida, la de vetar y eliminar a los que no eran de su bando. En Cuba, siempre estuve en su lista negra, aunque nos conocíamos desde principios de los sesenta. Y a su llegada al exilio, cuando se me invitó a un Congreso en Suecia, decliné asistir porque no estaba dispuesta a participar en nada donde estuviera él. Pero Heberto Padilla, que sí fue, le dijo a Jesús las razones que tuve para no hacer acto de presencia. Luego, cuando visitó Miami, me envió un mensaje pidiéndome perdón. Sin embargo, en el invierno del 2000, a raíz de la muerte de Heberto, la Revista Encuentro le dedicó un número "homenaje", sin que por supuesto se me hubiera solicitado colaboración alguna. En cambio, sí aparecieron siniestros personajillos que ni fueron grandes amigos de Heberto, ni lo estimaban en lo personal. Y para mi sorpresa, apareció allì una supuesta entrevista a Heberto, donde ponían en boca suya insultos a mi persona, y se daban datos y fechas equivocadas, que subrayaban aún más la falsedad de la entrevista. Ni ése era Heberto, ni por supuesto, era él capaz de hablar en esos términos de mi persona y de nuestras relaciones. Para colmo de estulticia, aparecía allí el artículo de una loca desenfrenada, acusándome de haber yo robado el patrimonio (libros, papelería y archivo) de Heberto Padilla, y que eran también parte de toda una vida en común. Una revista que se respete y respete las leyes sería incapaz de publicar algo así. Aquello parecía no un homenaje a Heberto, sino un trabajo de descrédito --(contra el y contra mí) organizado desde cuba por la Seguridad del Estado. Indignado, mi hijo Ernesto llamó a Jesús Díaz a Madrid, y éste le respondió que yo podía enviar una carta. Por supuesto, yo no mandé nada, porque la carta hubiera sido impublicable. Repito, han pasado los años y me he mantenido callada. Hasta hace un par de semanas, cuando harta de las manipulaciones de cierta gente, escribí mi artículo "Guayabitos en la azotea" y se lo envié a Encuentro en la Red, pues daba respuesta a uno de Reina María Rodríguez aparecido allí. Como era de esperar, ni se me acusó recibo, ni se publicó, ni se me contestó un mensaje que más tarde les hice llegar. Sin embargo, en este debate sobre la presencia de Luis Pavón y los otros testaferros, no han faltado en Encuentro los discursos de cuantos han abierto la boca en Cuba para dar su opinión sobre el tema, sin que apenas se conozca la opinión de los que aquí todavía tenemos voz y fuimos también víctimas.
Encuentro y sus directores no sirven a "las dos orillas", sino a una piña muy acoplada que se cree con derecho a usar los dólares de las instituciones norteamericanas, mientras a su vez ejercen la censura y el "apartheid cultural"¨. Si no vives en Cuba, si no respondes a sus intereses, no puedes publicar en Encuentro. Los únicos enlaces que Encuentro en la Red tiene son de instituciones oficiales de Cuba. Linden Lane Magazine no existe para ellos, ni La Casa Azul, ni La Peregrina, ni los demás esfuerzos del exilio. Y la web site que promueven es la de Nancy Morejón, poetisa oficial, con alto cargo en La Casa de las Américas.
¿Estoy exagerando? En el nuevo libro de Rafael Rojas, uno de los directores de Encuentro, Tumbas sin sosiego (Revolución, disidencia y exilio del intelectual cubano) dedicado al análisis de la cultura cubana dentro de la isla, y en el exilio, no aparece mi nombre en sus 506 páginas, ni Linden Lane Magazine (con venticinco años de existencia), ni ninguna referencia a mi labor en este pedregoso exilio. ¿Cómo se puede hablar del Caso Padilla sin mencionarme? ¿Dónde estaba él entonces, que se permite escribir sobre la cultura cubana y borrar mi nombre? No, ya estoy harta de los estos nuevos comisarios, llegados al "exilio" para continuar su labor de zapa.
Sí, Encuentro censura, discrimina, no le da cabida al quehacer de la cultura cubana en el exilio. Duro es tener que alzar la voz cuando todos callan. BelkisBell@Aol.com
Publicado en Panorama/Nuevo Horizonte, Fort Worth, Tx. Marzo 4, 2007

1 comment:

Santiago Martin said...

Mi nombre es Santiago Martin, y tambien he sido objeto de censura por parte de la revista Encuentro en la Red, pero no en vida de Jesus Diaz, sino despues de su muerte, pues el accedio a publicar practicamente todo lo que envie a esa revista electronica despues de un saludable intercambio de e-mails previo.
Yo estoy convencido de que Jesus fue un hombre honesto, que supo aceptar sus errores y pedir disculpas, como la misma Belkis lo reconoce en su escrito.El verdadero problema para mi criterio comienza cuando despues de su muerte, su hijo Pablo, del cual nunca he podido leer nada relevante (ni irrelevante) ES EL QUE EMPIEZA A TOMAR LAS DECISIONES sobre quien publica o no en Encuentro, tanto en papel como en la red.Yo se lo he escrito a el varias veces por e-mail, incluso en una ocasion, lo amenace con destapar el asunto en publico cuando el viniera a Miami a presentar algun numero si ni siquiera me publicaban una carta sobre el gobierno de Batista que yo habia mandado varias veces sin que la publicaran.El me contesto enseguida, negando censura ni boicot, y al otro dia la carta fue publicada, porque creo que la amenaza surtio efecto.
Ahora veo que Belkis toca el mismo tema, y si, creo que tiene razon, y mas tratandose de ella, que tiene el merito enorme de publicar Linden, su revista, desde hace 25 años, contra viento y marea, por lo que la felicito y apoyo.
Claro que ahora Encuentro ha incluido esta posibilidad de criticar la revista en sus propias paginas digitales, lo cual me parece algo muy positivo, que deja en el pasado lo que Belkis y yo decimos; bueno, quiera Dios que asi sea.